Po-Aguilera

Uno nunca se baña dos veces en el mismo río

 

Encontré la falla de la naturaleza. La impureza en el mundo. Encontré el glitch de la matrix, el talón de Aquiles, el invierno a la guerra, encontré la criptonita, la estaca de plata, el David de Goliat, la depresión a Van Gogh, encontré el espejo a Medusa, la muerte a Dios.

 

Encontré la paradoja imperfecta.

 

Todos somos, pero nada se mantiene, y si se mantiene es porque cambia.

 

¿Cómo estamos seguros de quiénes somos, si en este preciso momento que estás leyendo esto todo tu cuerpo muere y se regenera?

Con cada segundo que pasa se extingue una parte de nosotros, para convertirnos más en nosotros.

 

Si esto es así, el cambio es vida y la vida cambia.

Si esto es así, cuando la vida cambia es supervivencia.

Si esto es así, el cambio es la única forma de continuar viviendo.

 

El cambio es ayer, es ahora, es mañana y será hoy.

 

Temer a lo desconocido, a lo nuevo, temer al cambio rechaza nuestro instinto más longevo, rechaza nuestros deseos y sueños, niega nuestra historia y hiere a nuestro futuro.

 

Temer al cambio es el pensamiento suicida más recurrente.

 

Cambiemos, cambiemos para peor, para mejor, cambiemos por nosotros o por otros, cambiemos el cambio, cambiemos solamente por la única, maldita y banal razón de cambiar, de no estancarse, de no aburrirnos de lo mismo, con lo mismo y siempre lo mismo, decir no al no movimiento, decir no a la quietud, al sosiego, decir no al “como está ahora” es la expresión de la vida que viene como maldición de nuestra naturaleza.

 

Qué limbo tan terrorífico en el que estamos. Donde no podemos estar seguros de quiénes somos, donde no es posible planear, donde la improvisación es la única opción.

 

Qué limbo tan emocionante en el que estamos, donde todo se mantiene siempre y cuando todo cambie.

 

Yambot Aguilera Bezrokov - Mexique

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